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¡Vd. por aquí Sr. Russell!

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En La conquista de la Felicidad Bertrand Russell incluye el trabajo entre las causas de la felicidad, siempre que estén presentes dos elementos: el ejercicio de una habilidad y la construcción.

Ejercitar una habilidad en el trabajo nos permite evidenciar nuestra utilidad y nuestra ventaja comparativa, la que aporta valor a nuestra participación en un proyecto colectivo. Desarrollar nuestras habilidades nos permite responder satisfactoriamente a la pregunta ¿se me da bien lo que hago?

Por construcción Bertrand Russell se refiere al proceso por el que un estado de cosas relativamente caótico se transforma en resultado que encarna un propósito. Supone la creación de algo que antes no existía y que satisface una necesidad. Nos permitiría una respuesta positiva a la pregunta ¿es útil lo que hago?

¿Podéis pensar en dos variables que tengan tamaña influencia en la experiencia del empleado? La combinación de ambos factores dota de sentido a la labor que como profesionales realizamos.

La percepción de una limitada capacidad para desempeñar nuestras tareas nos provoca inseguridad y nos convierte en honrados (y por tanto sufridores) impostores.

La ausencia de un propósito nos arroja a los brazos del hastío y de la irrelevancia. Sentimientos a evitar si queremos beneficiarnos de la implicación de nuestros colaboradores.

Frente a otros hitos y variables presentes en la experiencia del empleado, estamos ante dos factores de localización difusa y ambigua, cuya gestión requiere no tanto de medidas concretas, como de una estrategia sostenida.

Trabajar sobre la habilidad requiere en primer lugar de un adecuado proceso de selección, pero también de la flexibilidad necesaria para repartir tareas y responsabilidades aprovechando las ventajas comparativas de los diferentes trabajadores. Y esto último en un sentido “ricardiano”, es decir, primar la especialización tomando como criterio las mejores competencias de cada trabajador, aunque haya otros compañeros que las superen. No menos importante es la retroalimentación que permita a los colaboradores ser conscientes de la percepción de sus puntos fuertes y del uso que se hace de ellos.

Primar el próposito requiere desplazar la esencia del mensaje que nuestros colaboradores reciben sobre nuestra organización.  Lo explicó Simon Sinek en la charla que le dio fama, en la que divagaba sobre los líderes y las organizaciones que inspiran. La mayoría de las organizaciones enfatizan en su discurso el qué (qué hacemos) y el cómo (qué nos diferencia). Sinek afirma que los mensajes que nos inspiran y que provocan la acción han de comenzar por el por qué, ¿por qué existe esta compañía? ¿Cuál es la razón de que hagamos lo que hacemos? En definitiva, ¿cuál es nuestro propósito y por qué debería importarle a alguien?

Imaginad un equipo que pueda responder a estas preguntas.

Bibliografía y webigrafía

  • Russell, B. La Conquista de la felicidad. (2016). Debolsillo. Barcelona.
  • TED (2010). How great leaders inspire action by Simon Sinek. [Video file]. Recuperado de: https://youtu.be/qp0HIF3SfI4

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