foto_004

Rectificar es de líderes

Compartir en facebook
Facebook
Compartir en twitter
Twitter
Compartir en linkedin
LinkedIn
Compartir en whatsapp
WhatsApp
Compartir en email
Email
Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin
Compartir en whatsapp
Compartir en email

Hace un tiempo tuve la oportunidad de escribir el artículo El equipo es un reflejo del líder, después de una experiencia simultánea como coach de equipos en dos empresas, con sus líderes y sus respectivos equipos. Allí, se destacaba la importancia trascendental que el líder tiene para establecer un objetivo claro, entendido y asumido por su equipo, de forma que se sienta orientado y motivado para el logro de éste. Y cómo un equipo es el reflejo de su líder.

Eran equipos totalmente diferentes: uno tenía objetivo, valores y vínculos comunes para un desempeño excelente; el otro estaba sin orientación y, por lo tanto, sin motivación.

En esta ocasión, me quiero centrar en este segundo equipo y también, en cómo evolucionó su líder, rectificando la ruta como “un capitán que vira el rumbo del barco para que su tripulación se alineé con el cambio”: primero, el suyo propio; segundo, el de su equipo, como consecuencia del proceso transformador que ocurrió en el proceso de coaching al equipo.

El punto de partida del coaching de equipos es tener un reto, un desafío, para la búsqueda de soluciones que son las que el equipo ha de aportar al líder. Era clave, por lo tanto, que el líder tuviera claro qué quería alcanzar con su gente. Al mismo tiempo, también era importante que estableciera un indicador, una señal, que le mostrara que se estaba en vías de alcanzarlo, tanto para él como para sus mandos.

Nuestra segunda misión con el líder fue ayudarle a realizar una buena comunicación de ese reto o desafío que le planteaba a su equipo. Era trascendental que lo transmitiera de forma clara para que ellos lo entendieran y compartieran, y también para tener las evidencias del logro. La comunicación que se hace en este momento y cómo se hace, son decisivas en el proceso. Sin embargo, esto no ocurrió así: el líder no siguió las indicaciones facilitadas en su discurso al equipo.

Y el equipo, en su reflexión sobre cómo de “equipo” se sentía, de cómo era su experiencia de empleado ya apuntó cómo la motivación o “ganas” y también el líder eran importantes para ellos. Sin embargo, lo más sorprendente todavía, fue cuando al preguntar sobre qué habían entendido del objetivo del líder, resultó algo nada parecido en absoluto a lo que él les había querido comunicar. Y escuchándoles qué era lo que ellos querían conseguir, hablaban de una experiencia de empleado que tuviera “buena dirección” y “motivación”. Sin saber a dónde iban, no podían aportar el cómo lograrlo, cómo avanzar.

Tuvimos que abordar con el líder cómo estaba la situación en el equipo y cómo tenía que intervenir de nuevo para dar un paso más. Y aquí, afortunadamente, nos encontramos con su buena disposición; con su entendimiento de lo que no había funcionado en su primera intervención; y en con cómo él veía esto como una oportunidad para abordar los cambios que quería conseguir en su empresa.

Aquél fue el momento revelador en el que se dio cuenta de lo que tenía, de lo que le faltaba, de lo que quería tener, así como de lo que no quería tener. Ahí, comenzó su proceso personal de liderazgo, para sí mismo y para su equipo. Fue un momento de concienciación que todos tuvieron, equipo y líder, como reconocería más tarde. El proceso del coaching de equipo supuso para él darse cuenta de que quería mejorar como líder. Tuvo consciencia de lo que le faltaba.

Así fue cómo, casi un año después, para gran satisfacción nuestra, nos manifestó su interés en recibir coaching ejecutivo para mejorar su capacidad de liderazgo. Y, durante casi seis meses le acompañamos en un extraordinario proceso de desarrollo personal.

“Errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios”

Alexander Pope.

Su principal objetivo era conseguir ser “el guía de la empresa”, ser más que el gerente, ser un líder y transmitir con el liderazgo a su equipo. De esta forma, quería lograr los objetivos que se había trazado para con la empresa, con su equipo y, finalmente, para su beneficio personal y profesional.

Las habilidades que abordamos, a partir de la Rueda del Liderazgo, y en las sucesivas sesiones, fueron las de comunicación, de trabajo en equipo y de orientación al cliente. Para él, era fundamental mejorar la comunicación, trasladando más información y motivando a su gente. Y, al empezar a trabajarla, los beneficios para el equipo, para él y para la relación equipo-líder, pronto empezaron a dar resultados positivos.

Cuando al final del proceso ocurrieron unos hechos internos en la empresa que supusieron casi un momento de crisis (fallecimiento de un socio fundador, siendo esta una empresa familiar, y salida de más de la mitad de sus mandos) tuvo la mejor oportunidad de “comunicación” que nunca hubiera imaginado y significó su aprendizaje más valioso, superándola con creces.

Hoy, yo también con este artículo, reparo aquél primero que escribí y celebro el error que nos permite aprender, cuando nos equivocamos, porque como decimos en coaching a modo de creencia potenciadora: “no hay fracaso, tan sólo aprendizaje”.

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin
Compartir en whatsapp
Compartir en email
Compartir en facebook
Facebook
Compartir en twitter
Twitter
Compartir en linkedin
LinkedIn
Compartir en whatsapp
WhatsApp
Compartir en email
Email

Deja un comentario

Suscríbete